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[Diario] Mi madre y el maldito 1982 #2 – Por Diego El Zein

[Diario] Mi madre y el maldito 1982 #2.

Por Diego El Zein.

Al salir del espacio terapéutico esta idea loca no dejo mi cabeza. Pensaba, una y otra vez, en sacar a relucir mis mejores lapiceras. Siempre me gustaron por una cuestión fetiche, como así también las armónicas. Mi viejo, al empezar la facultad, me regalo una Parker con el arete, plumerillo de capuchón y pluma de oro. Empecé a coleccionarlas, algunas las estalle mientras estudiaba y otras aun duermen intactas, vírgenes y secas; diría que son una metáfora de mi cabeza recién analizada ¿Por qué mis fetiches? ¿Las lapiceras por el regalo de mi padre y su frase que expresaba su orgulloso hacia mí; las armónicas será por Mick Jagger y Bob Dylan; y las pipas por mi primer psicólogo al cuál admiraba y fumaba una pipa distinta en cada sesión, aclarándome un poco la mente desde los 7 a los 8 años y nublándome un poco con su humo? Ahora que reflexiono, fui carne de cañón ¿No? Que débil, desde los 7 años psicoanalizándome ¿No será esa mi peor adicción? ¡Qué recuerdo mi primer psicólogo! No solo admiración, con él aprendí ajedrez, me hacía leer en voz alta sobre arte y algunos clásicas, y siempre música clásica de fondo. Un capo realmente, me ayudo a sacarme un poco la tristeza por la muerte de mi abuela, por la depresión de mi madre y por la tensión de Malvinas. Y sí, obvio, también se lo debo a mis viejos; pero ella era quien sentía y creía porque empatizaba con mi dolor, mi viejo se ocupaba de otras cosas que también era cariño y fundamentales, pero otras cosas.
En este momento es cuando la voz de mi vieja me dice: «Vos siempre igual, antes de comenzar algo querés tener lo mejor, lo más grande o lo más caro”. Y su queja continua: “Cuando ibas a estudiar piano, el piano de cola, cuando querías ir a guitarra, una Fender, cuando querías estudiar cocina, cuchillos japoneses. Siempre igual, antes de empezar, que el kimono sin ir ni a la primer clase de Kung Fu…”. Fuuuaaa.
Saque a mi vieja moishe de la cabeza y me compre un cartucho de tinta Parker ¡Al carajo su razonamiento!
Quede abrumado, no sé si fue el post análisis o el torrente de adrenalina al escribir por primera vez algo casi en serio; más allá de diarios de viajes inconclusos, cartitas, ensayos o tesis, todo a medio terminar. O será que me abruma mi constante inconformidad, el miedo a no tener todo rápido y el aburrirme de casi todo. Me digo: “Diego, otra vez estás pensando como mamá”. OK. Posta, algo habrá en mí porque después de una docena de hojas escritas con mis putas lindas, y chetas, plumas las tengo que volver a guardar en su ataúd porque hay que digitalizar todo el material, la era digital así lo exige ¡Mother fucker! Ya quiero abandonar todo y prender fuego las hojas en la cama junto con el perro ¡Pobre perro! Jajaja. No, el Pity Álvarez no soy. Ahora quiero la mejor computadora.
Ella es distinta, es mejor. Ella no pudo ser demostrativa en el amor ¿Será porque su padre era marinero, no estaba presente, y su madre era extremadamente conservadora, no le permitía nada que no sea del colegio, o sea tampoco recibió el afecto necesario de chica? De niños nos arropaba cantando canciones de cuna pero 1982 nos cago la vida: falleció su madre, mi abuela, y Malvinas, con 6 años iba a un colegio ingles ¡Que mierda! Mi vieja triste y yo iniciaba mi rebeldía. La apodo “moishe” porque arrastra su culpa hasta hoy y sin abandonarla, capaz por elegir mal el colegio, sí. Aclaro que uso dicho estereotipo sin la intensión de ofender a nadie, solo como una metáfora estereotipada hacia mi vieja porque, por ejemplo, nunca termina un plato en el restaurantes para llevar una comida más a su casa, recuerdo cuando pidió un capuchino con crema y al llegar rebalsado de crema saco un huevito Kinder y con la cucharita lo lleno de crema para otro café en su casa, o cuando le das un chicle Beldent y te da la mitad porque dice que duran mucho, en su heladera es posible encontrar medio bocadito Marroc, etc. Jajaja. Ni hablar de sus regalos, pero bueno. Retomando. Pero como ella dice: nunca me abandono, se deprimió, la vi derrumbada en la cama llorando. Mientras, yo dibujaba tanques de guerra, aviones Pucará y fragatas tirando bombas. Y en el colegio cada dos días nos evacuaban por amenaza de bomba. Yo extrañaba a mi abuela. Era cariñosa, siempre tenía  la misma escusa: “Vení Dieguito a ver si tenés piguyi (piojos)”, reposaba mi cabeza en su regazo y me acariciaba la zabiola por un rato. Años después mi vieja me confesó que nunca tuve piojos, puro amor la gallega. Será un cliché pero es así: ella fue mi influencia, soy cocinero por mi abuela, y bla bla bla. Seré uno más que cuenta la historia de la abuela pero ella, posta, estaba todo el día meta y meta con las ollas.
Volviendo a mi madre. Sera la edad, el tratamiento, la lucidez. Las pasamos todas. Recuerdo la primera vez que lavándome un pantalón me encontró un bagullito de marihuana. Recordemos: en los años 90 mis padres eran de esos que te decían “Ojo que te ponen droga en la Coca-Cola”. Cero cultura. Un punto a favor de mi mamá; fue costoso pero entendió, y hasta me acompaño en fumatas a causa de tanta apología, según ella. Hoy entiende que la perdición es la ignorancia y eso es también amor.
En una época, se decidió por estudiar fonoaudiología. Horas encerrada, un poco nos dejaba en bolas. Años más tarde confeso que fue otra de sus culpas. Cualquiera. Gracias a ella, y a su excelente reputación, hoy nos da una mano a toda la familia. Mi vieja tenía razón: las culpas son ajenas a ti. Mi culpa será expresarle palabras y frases de odio, fundadas en sus castigos aunque no me importaban al estar perdido en mi mundo de caos, rebeldía y oscuridad.
Me ha visto llegar drogado, alcoholizado, enrrochado, acidificado, endurecido y ella siempre directo a mi pieza. Mi pieza natal conectaba con la de mis padres y con la de mis hermanas. O sea, triple esfuerzo para caretearla. Muchas veces no se pudo, ahí estaba limpiando el vómito, ubicándome, diciéndome que esto no es el inodoro, que estas meando el escritorio. Sus frases eran: apaga la luz hijo y cerrá los ojos que ya es hoy, trata de dormir, tomate una manzanilla. ¿No me digan que no es amor?
Ella fue la primera en descubrir mi oscuridad y con sus pocas herramientas trato de ayudarme. La verdad, es ella quien me arrastro a esta ultima oportunidad de tratamiento para salir al sol.

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