Sexismo y Violencia de Género

El objetivo de esta investigación ha sido estudiar el papel de diversas formas de sexismo como predictores de la violencia de pareja así como las posibles diferencias de esas variables en función del origen cultural y el sexo. La muestra estuvo compuesta por 251 personas residentes en España, de las cuales el 28% eran autóctonas mientras que el 72% eran inmigrantes (procedentes de Latinoamérica y de África), de ambos sexos y de edades comprendidas entre los 18 y 65 años. El 11% refiere la perpetración de algún tipo de violencia en la pareja (física, psicológica o sexual) y el 9% eran casos de violencia bidireccional mientras que el 2% eran casos de violencia unidireccional. En general, los varones y las personas inmigrantes presentaban puntuaciones superiores en diversos tipos de sexismo a las de las mujeres y las personas autóctonas, respectivamente. Los resultados del modelo estructural mostraron que el conjunto de manifestaciones de sexismo analizadas explicaban débilmente la violencia en las relaciones de pareja (3%), discutiéndose las implicaciones de este hallazgo.

Autoras: Ainara Arnoso, Izaskun Ibabe, Maitane Arnoso y Edurne Elgorriaga (Universidad del País Vasco, UPV/EHU, España)

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Trastorno por Estrés Postraumático en la Violencia de Género

El objetivo de este trabajo es establecer un programa de tratamiento breve y eficaz para víctimas de maltrato doméstico que sufren trastorno de estrés postraumático (TEPT). La muestra estuvo constituida por 9 participantes, todas de ellas con diagnóstico de TEPT según criterios del DSM-IV. El programa de tratamiento, que se aplicó en grupos de 3, constaba de 8 sesiones (2 meses) cuyos componentes fundamentales eran psicoeducación, relajación, terapia cognitiva y terapia de exposición.
Los resultados en el postratamiento y en los seguimientos al mes y a los tres meses de concluida la intervención indican que el programa fue efectivo para la reducción del trastorno de estrés postraumático en el 100% de los casos. También se produjo la mejora en otras variables: Depresión, autoestima, inadaptación social y cogniciones postraumáticas. Se discuten las aplicaciones de este estudio para la práctica clínica e investigaciones futuras.

Autores: Francisco Javier Labrador y Paulina Paz Rincón (España).

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Depresión Perinatal: Durante y Después del Embarazo

Para las mujeres, experimentar cambios emocionales durante el embarazo y hasta un año posterior al parto puede ser parte del proceso de adaptación a los cambios fisiológicos y emocionales de esta nueva etapa, siendo por lo general manejable por ellas mismas. Diferente es el desarrollo de síntomas depresivos durante este período perinatal que comprende el embarazo y hasta doce meses posterior al parto. La depresión perinatal constituye un trastorno de alta prevalencia que puede tener efectos negativos tanto para la salud de la madre, del hijo y de otros miembros de la familia.

Autoras: Vania Krauskopf y Paula Valenzuela (Chile).

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Estrés Parental en Padres de Bebés Prematuros

La prematuridad se acompaña de patología severa, estancias prolongadas en el hospital e incertidumbre acerca del futuro de los pacientes. Estas circunstancias suponen un estrés que puede afectar al funcionamiento de la familia. El objetivo de este trabajo ha sido estudiar los factores de riesgo y de protección del funcionamiento familiar en prematuros comparados con neonatos sanos a término.
La población y métodos fueron: se reclutó a prematuros que cursaron el periodo neonatal con y sin patología (n = 40) a los 24 meses de edad posconcepcional y un grupo control de nacidos a término sanos (n = 31) según datos de la historia clínica. El progenitor cuidador habitual respondió al Inventario de Factores de Protección Familiar y Escala de Estrés Parental. Los resultados se compararon mediante test de Student, análisis de variancia unidireccional y test de Tukey.
Los resultados indicaron: los padres del grupo control obtuvieron puntuaciones más elevadas que los de los prematuros en todos los parámetros estudiados. Los padres de prematuros sin patología se diferenciaron de los controles en 2 factores de resiliencia familiar: experiencias positivas y experiencias de compensación y en estrés, mientras que los padres de niños prematuros con patología percibieron significativamente menor resiliencia familiar y más estrés por la crianza de sus hijos.
Se concluyó: la prematuridad es un factor de riesgo para el funcionamiento familiar, ya que ocasiona un alto grado de estrés parental y dificulta el desarrollo de factores de protección como es la resiliencia.

Autores: A. Escartí, N. Boronat, R. Llopis, R. Torres y M. Vento (España).

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Trastorno por Estrés Agudo y Postraumático

El trastorno de estrés agudo (TEA) y el trastorno por estrés postraumático (TEPT) surgen como resultado de la experiencia de un trauma o evento traumático que supone una amenaza significativa (física, emocional o psicológica) para la seguridad de un paciente o un ser querido de este. El DSM-5 los engloba dentro de la categoría de «trastornos relacionados con traumas y factores de estrés». Ambos se caracterizan por un aumento del estrés y la ansiedad después de la exposición a un evento traumático, siendo el elemento diferencial el criterio temporal: en el TEA la sintomatología se inicia en el último mes y en el TEPT los síntomas tienen una duración mayor de un mes. Se evidencian síntomas que se engloban en cuatro grupos diagnósticos: reexperimentación, evitación, cognición/humor negativos e hiperalerta. Se estima la prevalencia a nivel internacional de TEPT del 3,9% en población general y del 5,6% entre los expuestos a trauma. El TEPT se asocia a altas tasas de deterioro funcional, quejas somáticas, riesgo de suicidio y otros trastornos psiquiátricos comórbidos. El tratamiento incluye psicoterapia y psicofármacos, siendo los inhibidores selectivos de recaptación de serotonina (ISRS) los de primera elección. La derivación al psiquiatra se realizará ante el riesgo suicida, una mala respuesta al tratamiento o presencia de comorbilidades.

Autores: T. Crespo Generelo, L. Camarillo Gutiérrez y H. de Diego Ruiz (Servicio de Psiquiatría B, Hospital General Universitario Gregorio Marañón, España).

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Trastornos de Ansiedad Relacionados con Traumas y Factores de Estrés

Los trastornos de ansiedad (TA) constituyen el grupo de enfermedades mentales más comunes, con una prevalencia general del 2-8% y un 10-12% en las consultas de Atención Primaria. El DSM-5 distingue la categoría “Trastornos relacionados con traumas y factores de estrés”, en la que el principal diagnóstico es el trastorno por estrés postraumático (TEPT), a cuya actualización vamos a dedicar este artículo. La prevalencia del TEPT es del 6,4-6,8%, suele comenzar en la veintena y es más frecuente en mujeres. Se asocia a altas tasas de deterioro funcional, quejas somáticas, riesgo de suicidio y otros trastornos psiquiátricos comórbidos. Es importante el diagnóstico precoz para identificar a las personas que podrían beneficiarse de un tratamiento que, por lo general, incluye psicoeducación al paciente y a los familiares, psicoterapia y psicofármacos, siendo los inhibidores selectivos de recaptación de serotonina (ISRS) los de primera elección. La derivación al psiquiatra se realizará ante el riesgo suicida, una mala respuesta al tratamiento o presencia de comorbilidades.

Autores: J. Cambra Almerge y L. Camarillo Gutiérrez (Servicio de Psiquiatría B, Hospital General Universitario Gregorio Marañón, España).

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Trastornos de Ansiedad

La ansiedad es una respuesta adaptativa frecuente, frente a situaciones que se perciben como amenazantes, que tan solo se considera un trastorno cuando excede criterios clínicos de intensidad, frecuencia y deterioro de las actividades del paciente. Dentro de los trastornos de ansiedad encontramos el trastorno de pánico, la agorafobia y el trastorno de ansiedad generalizada. El tratamiento de primera línea de estos trastornos son los antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) o los inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN) por su efectividad, tolerabilidad y ausencia de riesgo de tolerancia y dependencia. Estos mismos riesgos son los que limitan el uso de las benzodiacepinas, que si bien se utilizan frecuentemente y son útiles para el control agudo de la ansiedad, no están indicadas para el manejo de la ansiedad a largo plazo.

Autores: R. Reyes Marrero y E. de Portugal Fernández del Rivero (Servicio de Psiquiatría, Hospital General Universitario Gregorio Marañón, España).

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Crisis de Angustia

La ansiedad es una respuesta del organismo ante acontecimientos estresantes, cuya función es proteger al sujeto de las amenazas externas, asociando una serie de síntomas físicos y psicológicos. Forma parte de la vida diaria pero, en ocasiones, puede constituir un trastorno. Este trastorno puede ser primario o estar producido por una patología somática o psiquiátrica diferente de la ansiedad (depresión, psicosis). Por ello, es necesario realizar una adecuada anamnesis y exploración física, utilizando pruebas complementarias cuando sean necesarias. El tratamiento es psicológico y farmacológico y se basa en el control de la ansiedad aguda y en la reducción de las crisis a largo plazo.

Autores: M. González González y P. Fadón Martín (Servicio de Psiquiatría, Hospital General Universitario Gregorio Marañón/Instituto Provincial de Psiquiatría, España).

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Trastornos Depresivos

Los trastornos del humor son los trastornos psiquiátricos más frecuentes en la población general. Suponen un importante problema de salud pública por su elevada prevalencia, el elevado impacto sociolaboral que producen y el perjuicio que causan en la salud física y psíquica de las personas que los sufren. Afectan especialmente a cuatro áreas: humor, actividad psicomotriz, cognitiva y somática. Las tasas actuales de remisión son altas, pero también lo son las tasas de recurrencia. El diagnóstico es clínico. Es preciso realizar el diagnóstico diferencial con otras enfermedades psiquiátricas y médicas.

Autores: M.A. Álvarez-Mon, C. Vidal, M. Llavero-Valero y F. Ortuño (Departamentos de Psiquiatría y Psicología Médica y Endocrinología y Nutrición, Clínica Universidad de Navarra, España).

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Sesgos Negativos en el Trastorno Depresivo Mayor

El trastorno depresivo mayor (TDM) se caracteriza por respuestas biológicas, cognitivas y conductuales desreguladas durante el procesamiento emocional. Las teorías cognitivas de vulnerabilidad del TDM postulan que los individuos con riesgo elevado se caracterizan por sesgos cognitivos negativos, incluyendo autoevaluaciones negativas y el sesgo atencional hacia los estímulos positivos. Más de 3 décadas de investigación sobre los factores cognitivos en la depresión han proporcionado un impresionante apoyo de las formulaciones cognitivas de la depresión. Los primeros estudios demostraron principalmente que las personas deprimidas y no deprimidas difieren en el contenido de sus pensamientos y en las maneras de manejarlos. Investigaciones recientes, sin embargo, han comenzado a explorar la naturaleza de los déficits cognitivos y sesgos en el procesamiento de información que caracterizan a la depresión. Mientras que los estudios iniciales utilizaron una variedad de medidas de autoinforme, los estudios sobre los sesgos cognitivos vienen utilizado una amplia variedad de tareas experimentales. Estas investigaciones han proporcionado un apoyo general a la formulación de que la depresión se caracteriza por pensamientos negativos automáticos y sesgos en la atención, la interpretación y la memoria.

Autor: Cristóbal Gastó (España).

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