[Diario] Burzaco Casa Deli #14 – Por Diego El Zein

[Diario] Burzaco Casa Deli #14.

Por Diego El Zein.

En el desenlace del episodio 13 conté que al cierre del resto mi abuelo con sus 90 agostos (años) y mi madre se aparecieron en el depto alquilado en Lomitas para darme el aviso que querían que vaya a vivir a Burzaco, a la casa que mi abuelo tenía semi abandonada hacia 20 años. Solo «cuidada» por una familia que ni él conocía, siempre fue así de bonachón, por no decir descuidado o boludón, de ahí mis genes. Lo lindo de la sorpresa, aparte de que era para cuidarla y ocuparme de pagar los impuestos y arreglarla, el trato era, como conté me estaba dando un techo, que tenía que desalojar el bulo que usaba para laburar en El Zein.
Otra de las alineaciones cósmicas era que Sabrina vivió toda la vida en el barrio, yo jamás me hubiera ido solo, conocía la casa de pasar con el auto de chiquito y sin siquiera parar, mi abuelo o con quien estuviera me la señalaba al paso. Ella vivió toda su vida a 6 cuadras, para ella era una casa soñada y famosa en el barrio por la historia de la usurpación y una estafa inmobiliaria escandalosa.
Recuerdo como ayer el día que con la llave en mano nos tomamos el Cañuelas y la fuimos a verla, ella me avisó y sabia donde bajarse.
In situ ya nos esperaban mi abuelo y el cuidador de los últimos años, quien nos recibió y nos dio la recorrida por las ruinas de esa noble casa construida por los años 40, de techos altos, tan altos que en los 70 los bajaron con placas de yeso, un baño antiguo más grande que mi ex depto, un gigante living con chimenea a leña y un magnifico bow windows, paredes de 60 cm, dos habitaciones con espacios para placares empotrados, pisos de parquet, un lavadero continúo a la cocina, una galería techada externa, un depósito y un espacio exterior lateral y frontal rodeando la propiedad para usos múltiples. Esa sería la descripción de una inmobiliaria fraudulenta para venderla.
Si bien es correcta la descripción, los pisos de parquet estaban podridos, llenos de hormigueros, las puertas de las habitaciones no existían, las maderas de la galería eran nidos de palomas y se caían a pedazos, el inodoro era de trainsppointing, el bow windows no cerraba, los cables y el sistema eléctrico era de los 70 y no funcaba nada, el bombeador un capítulo aparte ¡Maldito bombeador! No tenía cocina, era lo de menos, los muebles me los traje gracias a Laurita y mi cuña con una combi VW y nos regalaron un lavarropas viejo que se la re banco, la pileta de lavadero de hormigón perdía por rajaduras como Winograd en el casino. El deposito, galponcito, no tenían techo. Las dos piezas con sus placares empotrados resultaron como toda la pobre casa víctima del hurto y la maldad del desalojo, arrancando puertas de roble y todo el armado de estantería, los putos bloques de yeso para bajar el techo en las habitaciones era deplorable, catastrófico, caótico de posguerra.
Elegimos una de las dos mejores, la que se encontraba más habitable para instalar el somier y pasar la primera noche, asustados pero contentos.
Pochón el día de cambio de mano fue un capitán, nunca aparento sus casi 90 pirulos, tenía sed de recuperar autoridad, tarde pero muy firme sobre su abandonada propiedad, y me lo dejo bien en claro, con su actuar, tenía unas bolas tan grandes como su corazón ¿Cómo? Un día armando la reja imperial junto al herrero, mientras Sabri y yo hacíamos limpieza intraprofunda, nos paró en seco y nos hizo sentar a ambos frente a él, y nos dijo: yo no voy a vivir por siempre queridos y lo que había que hacer acá era esto, aquello y lo otro, y después aquello y si quieren aquello otro. Un genio. Sabrina se quería hacer un tatuaje un poco más, es al día de hoy que ella lo adora y siente profunda admiración y gratitud hacia el gran prócer sin educación primaria.
Y así fue, obvio con su plan y su ayuda económica, más unos mangos que yo tenía y el laburo y la casa, con conciencia que tenía que venderse para devolverle el 30% al hijastro, el nene de mi abuelo, un noble ser que estuvo con él de purrete y fue uno de los pocos que no lo cago. Mi abuelo le dio el porcentaje como premio como comisión de venta por un camión, no sé si da para tres partes creo. Pero si bien al principio me daba celos o me parecía una piedra este «Nene» su apodo, Antonio su nombre, demostró ser un noble ser. En este caso mi abuelo no le pifio en confianza, sí en otros, este hombre mantuvo la escritura a su nombre durante todos estos años sin especulación alguna, para un monumento, lo mínimo que se merecía, si bien era de arriba y sin sangre, era vender la casa y pagarle lo que mi abuelo le dio.
Mientras, con mis ahorros y laburo puse persianas baratas, cambie algunos vidrios fundamentales, cerraduras, el nono se mandó una traba para la puerta trasera inviolable cuasi bóveda de banco. Le puse unas chapas al galponcito, muy básico ¡Eh! Todavía estábamos en ruinas pero armados, más prolijos y limpios. Sacamos del techo los paneles de yeso en riesgo que se nos caigan en la sabiola, faltaba mucho para que sea una pobreza digna ja, pero teníamos otras dichas, justo encontré a la flaca de Baharat, una desnutrida galga que se me coló asustada y le di agua, al toque le di alimento y bueno… andate… fue imposible y más cuando la vio Sabri que la baño, le saco garrapatas, la llevo a la veterinaria, le hizo dar vacunas, mientras yo estaba en el hotel, y cuando me di cuenta la perra estaba entre nuestros cuerpos por las noches, agradecida, decía que eran dos flacas y yo…
Mi error visto hoy, ya que nunca fui de pijotear, fue la premisa de vender, me pegaba en la mano de poner la máxima cantidad de guita disponible, iluso pensaba que se iba a liquidar en un par de años, por ende, como que todos los arreglos que hice fueron bajo presupuesto, desde las membranas en los techos hasta las pinturas, en esta primer etapa, aún no tenía dinero fuerte.
Igual ya conté el desenlace en el episodio de Castelar donde relato que con Sabrina términos en buenos términos, nos separamos por «primera vez».
¿Las causas, analizadas hoy y bajo mi lente? Todo culpa mía.
Pero en esos días sentía, egoístamente, no aportaba nada, sólo por lo económico, cuando a nivel amoroso me dio su vida. Sentía que la mantenía y al quedarme sin laburo ya peleábamos por una lata de atún, en esa época eran baratas, hoy mato a sangre fría por una de ellas jajaja.
Sentía que la pasión se opacó, cuando era yo que me ponía cada vez más turbio con el whisky. Sentía que quería un cambio… destrozándole el corazón. Ella sabía que solo quería que me dejara solo para poder apoyar tranquilo mi botella de Jack Daniels en la mesa de luz.
Ya tenía un contacto en el barrio por medio de mi compinche de toda la vida: Marcelo, quien me había presentado a Nacho (ilustre ciudadano de Burzaco), estudiaron juntos el Profesorado de Historia en Adrogué, y ahí nos conocimos, más Ramiro, el grandote, otro hermoso de corazón que supimos hacer yunta de recitales medios zurdos regueros y mil anécdotas.
Por ende lo fuimos a buscar previa suplica a mi amigo Marce y ahí cambié mí paradigma, al menos un poco en mí onda bajón y bicho canasto de no relacionarme.
Nacho es una familia y sin embargo compartió en ese momento sus puertas con un desahuciado.
Arranco con ganas mi primer autocultivo y también, por medio de su bella esposa «La Bettu», a tomar coraje y animarme a tirarme un delivery, pasándome contactos pero más que nada buenas vibras.
Creo que esa misma noche fuimos al Santo Grial de los bares de Burzaco. «El Tío Bizarro», oh sí nene ja, a ver a los Philip de María, previas flores caseras, a la banda ya la conocía, la habíamos visto juntos los tres en Capital, una graciosa anécdota frente a la Facu, de no sé qué, un yuta de civil nos quiso interrogar, era un recital de Las Manos de Filippi y zafamos como anguilas jajaja (Marce o Nacho dejen algún comentario). Así arranco nuestro vínculo con Nacho, gracias a Marcelo que nos presentó. Pero bueno Nachín te tengo que despedir, hay mucha gente linda de la que hablar.
Otra de las primeras, fundamentales, si no fue la uno, es la que tiene la llave de la ciudad, la que quiere, respeta, saluda o conoce todo Burzaco y más allá, si señorxs, la famosa y admirada «Mimí».
Según el Wikipedia Burzaquil, es la mujer más fuerte en cuerpo y alma del pueblo.
Quien pese a lluvia, frío, patologías propias o ajenas dentro de los suyos… jamás de los jamases va a dejar de abrir su puesto de diarios.
El único, no, el más notable, sí, el que sobrevive por cumplir los caprichos de sus clientes, ellos son sus amigos, le dan las llaves de sus casas para custodia. Es una heroína, no la azúcar marrón. Es la Eva Perón aunque sin gesticular, sé que no le simpatiza, igual cuando yo se lo digo le encanta.
Ella fue la guardiana de la casa y mis perras cuando estuve internado. Ella era la que me pedía un plato del día a diario, su favorito era el guiso de lentejas con ossobuco. Ella me conseguía los autitos de colección que me encantaban. Ella se preocupaba si en mis épocas de zombie no aparecía a saludarla y averiguaba si estaba vivo. Ella dice que es mi abuela, para mí fue mi mamá.
Mimí lo fue y aún sigue siendo sinónimo de amor. Sinónimo de confidente, de verdadera terapéutica, con sus dramas de su hija en el exilio y su llanto, más la noble gordi Eva con síndrome de down.
Al verla es la persona más feliz del mundo. Y para mí siempre fue fundamental verla a diario, escucharnos, tomar mate y conocer gente ¡Un ángel!
Fuuaa. Gracias a ella también me anime al deli. Y ya tenía mucha empatía con los pibes de la esquina.
Era, es, una cerrajería y art. varios para el automotor. Toda la zona se destaca en agencias, casas de repuestos, lubricentros, lavaderos, ferreterías, madereras, estaciones de servicio, pinturerías, el telo, y más agencias de autos o dos remiserías y un faking Banco Nación; más allá estaba el chopig de Arrogué ji (detallo más o menos la época de la rotonda Los Pinos hasta la curva de Arrogué)
Entre whisky y agogó me levante de la piojera y no sé, despabilado o no, me fui frente a la plaza Manuel Belgrano, la cual cuenta con el primer monumento oficial a la bandera (toma pa vo Rosario, posta). Y me hice unos panfletitos divinos, ridículos, con un chef andando en bicicleta (yo no tenía bicicleta) y mi celular… aún no había WhatsApp.
Los pibes de la esquina, los que me que fueron a buscar, los que nunca me faltaron, siempre toda cortesía, aun sabiendo de mi CV me invitaban a comer y yo muti. Solo un par de veces nos desquitamos con parrilladas al cordón de la avenida o pailas de arroz con pollo, o un famosísimo chorizo pommarola que vino medio barrio.
Un bello reducto donde todos tenían más problemas que yo. Pero siempre Fabián tiraba un chiste, siempre había alegría, pese a mis peores estados de abstinencia yo iba a tomar mate, y ellos sabían.
Cristian, el jefe, tremendo orangután gruñón, según Burzacopedia, resulto ser un ser difícil pero muy lindo por descubrir.
Su historia es alucinante pero no la voy a robar para mi episodio, solo les cuento que el chabón es un auténtico sobreviviente, o momia ja. El gordo (con bio autorizada) me ayudó mucho, posta, a salir adelante porque él en los 80 bardeaba mal pero mal lindo, se tomaba 10 gramos de merca por día, 2 botellas de whisky, afanaba autos ¡Stop!
Me ayudó mucho mucho todas las mañanitas tomando mate con torta fritas…
Y charlas bonitas, no mentiría, tiene un carácter del ojete el endemoniado pero por algo lo quiero, tal vez por verlo llegar al extremo, espantaba a los clientes que a él no le gustaban, ya por eso suma, lo eh visto cachetear a dos a la vez al compás de patadas en el culo por preguntas molestas o maleducadas. Otro icono burzaquil.
No da que en unos días de mareos, antes de salir del Castelar mi madre me cita con urgencia en Lomas. Solo me preguntó si tenía mi DNI, que me invitaba un capuccino. La posta que ya fui mal dispuesto, estaba en abstinencia y solo quería llegar a Burzaco para pegármela en la frente. Pero al llegar a la locación, una escribanía de antaño donde ya me esperaban mi madre y el Nene porque íbamos a firmar la nueva escritura.
Yo solo quería algo para tomar, mucho escritorio de estilo y muebles chetos pero no había ni una scotch, que ratas…
La secuencia termino que bajo el Mr. Burns del escribano y las tres firmas la casa pasaba a manos un 70% de mi vieja y yo y el 30% es del nene ¡Pero que aburrido mierda!
Para terminar de hablar de Cristian, en el fondo es un tipazo que se hacía el duro, él mismo decía que no quiere a nadie pero ha tenido gestos que demuestran que tiene un gran corazón y la verdad que en esa esquina junto a Fabi, después se sumó Diego como cerrajero, siempre desfilaba algún vecino o personaje, yo incluido, a tomar mate, para hablar de minas y cagarnos de risa de cualquier boludez.
Para mí era fundamental ir un rato todos los días, era mi antidepresivo, y Fabi al ser electricista me hizo todo el sistema de cableado a nuevo en la casa y no me arranco la cabeza, y se lo pude pagar en dos o tres veces, creo.
Mi zona y estrategia era la siguiente: como en Burzaco centro los locales cierran de 13 a 17 hs. era imposible vender una vianda ya que nadie almorzaba en el local salvo alguna excepción, como el viejo y santo Vicente, un almacenero con 50 años de oficio, toda una leyenda del cual me supe hacer amigo aún más a partir de viudez, después de eso el viejo ya no fue el mismo, pobre.
Bueno, decidí que abarcaría, obvio, los locales de la avenida Hipólito Yrigoyen donde está la casa y desde ahí hasta la rotonda Los Pinos hasta la curva, un trayecto de 15 cuadras aproximadamente de las cuales ambas veredas estaban plagadas de locales. Ofrecería mis platos, va era un plato, el plato del día bien popular obvio, lentejas, arroces, pastas, berenjenas o zapallitos rellenos, pollo al horno con papas, filet de merluza con puré y no muchos más, todo dependiendo de la época del año. Y siempre una opción de ensalada bien completa y el famoso sándwich de milanga, ese era mi menú.
Por lo general, al ser talleres o agencias mi público era masculino, por ende me exigían porciones generosas pero también salían las ensaladas aunque me las pedían con pollo, huevo, queso, bien completas.
Lo loco que esta maratón de ir a tomar pedidos, de hacer las entregas y luego pasar a cobrar lo hacía a gamba, tracción a sangre. Iba y venía como loco durante toda la mañana hasta las 15-16 hs. que terminaba de cobrarle al último colgado, jamás camine tanto en mi vida, le di más kilometraje al cuerpo que mi viejo al Falcón.
Pero me dio la posibilidad de conocer a medio pueblo, de hacer ejercicio, relacionarme, de hacer de amigos entre ellos, hoy conservo a Silvina, una gran mujer que comenzamos charlando por horas y aún lo seguimos haciendo sobre nuestras vidas. Una confidente, una grosa. Al finado Souto, alto degenerado pero me descostillaba de risa con su pornografía verbal, a todos los héroes canillitas, esos pibes sí que laburan. Julián, Sergio con quienes charlo seguido, Mario, todos súper maquinas. Ellos me motivaban al verlos los 365 días con frío, calor, lluvia o viento hacer el reparto desde las 5 de la matina.
La rutina de reparto arrancaba al medio día pero empezaba a cocinar desde las 8 o 9 y siempre algún mandado de último momento surgía, las compras las hacía por la tarde, era bastante agotador. Las tres o cuatro horas que me quedaban libres, las pasaba en el futón mirando tele y escabiando, muchas veces hasta quedarme dormido knock out en el sillón junto a Baharat.
Y así sobreviví tres años, al menos pagaba la luz, me había colgado del cable de un vecino y cliente fanático de mis sanguches de mila. Gastaba en las garrafas, el descartable y en el veneno escoces. Fue una linda experiencia, un experimento social más que un proyecto gastronómico, pero gane mucho en lo emotivo. Al ver tanta gente todos los días y entablar una mínima charla algo aprendí, siempre se aprende algo por decantación.
Pero no avanzaba, obvio no tenía el objetivo de hacerlo tampoco, ya estaba hecho, el alcohol tiene esto de estancarte y yo estaba cómodo.
Me rescató mi cuñado ofreciéndome un trabajo en la automotriz VW, y fue ahí donde otro cambio radical afecto mi vida. Quedará para otro episodio, solo cuento que la multinacional me proporciono ingresos para dejar la casa ahora sí digna, para mí, hasta me compre la parrilla más grande del mercado, literal, y fue un centro de grandes y pequeñas juntadas y morfadas donde como anfitrión la disfrute e hice que mis cercanos la disfruten.